La Cofradía de Auroros tiene su origen en las ‘despertás’ que antes de la salida de el sol hacían los huertanos. En Alcantarilla, esta tradición gira en torno a la imagen de Nuestra Señora de La Aurora, situada en la parroquia de San Pedro Apóstol. La actual imagen, obra del escultor Carlos Rodríguez, sustituye a la de Salzillo destruida durante la Guerra Civil y está situada en la única parte del templo que se conserva más o menos intacto tras el derribo de 1961 para la construcción de la nueva iglesia. Esta capilla era conocida como ‘de la Comunión’. Tras la guerra, la Cofradía se rehace y tendría años de gran esplendor durante los 50 y 60, siendo hermano mayor de la misma Pedro Hernández Guillamón.

Los auroros son una estampa de costumbrismo que en los últimos años parecía que iba a desaparecer. Sin embargo, y tras la incorporación a los mismos de 20 nuevas voces infantiles, el futuro de las ‘despertás’ que la campana de La Aurora anuncia parece asegurado. Sus actuaciones se producen en épocas muy singulares, como Navidad, Día de Difuntos o Semana Santa, además de sus tradicionales recorridos en el mes de mayo (conocidos como ‘mayos’) y en el de octubre, mes que acoge su festividad.

Es en el tercer domingo de este mes cuando los auroros de Alcantarilla tienen su día grande, que se abre con una procesión de la Virgen de la Aurora que sale a las seis y media de la mañana de la iglesia de San Pedro, y que se repite -con distinto recorrido- por la tarde. Forma parte casi indisoluble de la tradición el tomar chocolate con churros y tortas de manteca durante la noche del sábado al domingo, y los más jóvenes organizan fiestas para esperar despiertos la llegada del alba y el inicio de la procesión.

 El Consejo de Gobierno declara el 13 de julio de 2012 Bien de Interés Cultural con carácter inmaterial los cantos de los auroros de la Región, conocidos como ‘La aurora murciana’

Las Campanas de Auroros son o constituyen la expresión sonora, la presencia musical de unas hermandades que nacieron en los albores del siglo XVII y se desarrollaron con mayor ímpetu en los siglos XVIII-XIX, puestas, cada una de ellas bajo la advocación de María en cualquiera de sus diversas devociones y denominándose campanas por ser éstas el único y exclusivo instrumento que acompaña la voz humana.

El vocablo Auroro se aplica a cuantos miembros pertenecen al coro de esos grupos, conjuntos, hermandades, cuadrillas o campanas, que hacen de ese tiempo indeciso entre la noche que muere y el día que nace, un tiempo venturoso, una dichosa hora para el canto y la alabanza a la Madre de Dios.

La más genuina y apropiada actuación de cada Campana de Auroros es la despierta, es decir, su salida a media noche y retirada con los primeros resplandores de una mañana todavía embrionaria, tradición que Díaz Cassou llamó en justicia ‘el alma de Murcia’, los Auroros.

En la actualidad «la despierta de la Aurora» se celebra, en la huerta de Murcia, en determinadas ocasiones señaladas como la víspera de San José o las despiertas de la Purísima en Diciembre. Durante el mes de Octubre, mes del Santo Rosario, se suelen celebrar distintos encuentros de auroros en las poblaciones de Alcantarilla, Santa Cruz, Javalí Viejo y Abanilla. El Jueves Santo es tradición cantar por la tarde en la plaza de San Agustín, en Murcia, ante la iglesia de Nuestro Padre Jesús, lugar donde se encuentra el museo del escultor Salzillo y que desde finales del siglo XIX se viene llevando a cabo.

Los Auroros han sido personas que participan de unos mismos principios de fe, que forman parte de una entidad religiosa y que en la madrugada de los domingos, en las despiertas o noches de canto, publican las excelencias de María Santísima, mediante el canto y la oración, con la finalidad de que mediante su poderosa intercesión libre a los cristianos de los males espirituales.

Los hermanos cantores en la huerta de Murcia se agrupan en dos coros, dado el estilo antifonal de sus cantos. Una persona hace de guía en el primer coro, normalmente, el que utiliza la campana que dirige el canto y decide el lugar y la salve a interpretar. El número de miembros de cada coro es variable pudiendo sumar, entre ambos, unos 30 participantes.