La Archicofradía de Nuestra Señora del Rosario se fundó en Alcantarilla en 1581. En aquellos días, apenas diez años después de la batalla de Lepanto (precisamente un 7 de octubre, festividad de Nuestra Señora del Rosario), España y su imperio, que abarcaba posesiones en Europa, América, África y Asia, estaba gobernada por Felipe II. El sol no se ponía en nuestro imperio, pero los gastos que acarreaba el mismo eran enormes. Así, ese mismo año de 1581, el monarca vende la villa de Alcantarilla a un banquero genovés llamado Lázaro Usodemar, dando inicio así al periodo de la historia local conocido como el señorío civil, que se extendería durante gran parte del siglo XVII.

En aquellos tiempos, Alcantarilla no contaba con más de 200 habitantes, dedicados a la agricultura. Es en ese tiempo cuando llega a la villa fray Diego Núñez del Rosario de la orden de Predicadores con el propósito de fundar, bajo el auspicio y autorización del obispado cartagenero que ostentaba Gómez Zapata, la Cofradía de María Santísima del Rosario.

La Cofradía se funda el 19 de noviembre de 1581, y la imagen de la Virgen se coloca en la pequeña iglesia de San Sebastián, ya que las obras de la de San Pedro aún no se habían iniciado. La primera junta directiva la formaron Diego Espín y Francisco de Ayala, que eran alcaldes originarios de la Villa y Juan Riquelme (mayordomo) y Luisa de Ayala (camarera). En 1595 y ya en la nueva iglesia de San Pedro Apóstol, la Cofradía adquiere una capilla en la misma (la segunda en la nave derecha). En 1692 la Cofradía reforma sus estatutos, y durante los siglos XVIII y XIX los presidentes de las Cofradías o Hermandades son los curas párrocos, que delegaban la gestión de las mismas a otras personas.

Es de destacar también el hecho de que casi hasta el siglo pasado, las cofradías eran las encargadas de gestionar el entierro de sus hermanos, para lo que cada una contaba con un féretro para velatorios ricamente tallado. La ya Archicofradía del Rosario tomaría nuevos bríos en la segunda mitad del siglo XIX. En 1851 se acuerda abonar por primera vez una cantidad (18 reales de vellón) por las novenas a la Virgen, además de dos reales a cada monaguillo. Este hecho nos indica la buena salud económica de la que disfrutaba la Archicofradía, y que permitirá un año más tarde la construcción de un bello trono para sacar en procesión la imagen de la Virgen. En 1860 es nombrada camarera Isidra López, con un sueldo anual de 5 reales, y también ese año se adquiere una peluca para la imagen de la Virgen. En 1867, la Cofradía cuenta con 243 hermanos y nombra por vez primera a un seglar como Hermano Mayor en la persona de José Marín.

La Cofradía cuenta con posesiones rústicas y urbanas que le dejaban rentas más que suficientes para el mantenimiento del funcionamiento de la misma. Pero las sucesivas desamortizaciones de los bienes eclesiásticos hacen que para finales del siglo XIX, todas las cofradías hayan perdido sus posesiones en favor del estado. Tres hermanos mayores gestionarán la Cofradía durante los primeros años del pasado siglo, hasta el inicio de la Guerra Civil, que sacudiría Alcantarilla con fuerza.

Imágenes de la Archicofradía

Las imágenes de la iglesia de San Pedro, incluyendo la de la Virgen del Rosario y dos espléndidas tallas de Salzillo, son quemadas en la plaza, mientras la propia iglesia es destrozada y convertida en cochera militar durante el conflicto. Son años difíciles para la Cofradía, que permanece aletargada hasta el 1 de abril de 1939, cuando se reincorpora a la parroquia de San Pedro su cura, Lorenzo Pastor, que reorganiza las cofradías. Figura indiscutible también del resurgir de la Cofradía sería Octaviano Garrido, Hermano Mayor y conocido sastre de la localidad, que logra junto a un grupo de amigos dar un impulso enorme a la Cofradía. Gracias a sus aportaciones y la del resto de hermanos, la Cofradía contó en un corto espacio de tiempo con su tercera y hasta ahora definitiva imagen de la Virgen, realizada por el escultor Gregorio Molera y que representa a una joven de unos quince años a tamaño natural.

La Virgen porta en sus manos un Niño Jesús, sobre el que se piensa que podría pertenecer a la antigua imagen destruida, ya que pertenece a la escuela de Salzillo y está datado en el siglo XVIII. La imagen reposa sobre un trono de los hermanos Alonso y Roque Lorente, y cuenta con una corona de plata obra del orfebre murciano Santos Senac. La Virgen cuenta en su ajuar con dos pelucas de pelo natural, varios mantos (el que procesiona en la actualidad es el que se le hizo en 1939), vestidos y delantales.

Cuenta la Cofradía con un estandarte que lleva en el medallón central una imagen pintada de la Virgen del Rosario. La devoción de Octaviano Garrido por la Virgen del Rosario se extingue el 4 de junio de 1973 con su muerte. Durante los años anteriores, su esfuerzo y el de los Hermanos de la Cofradía había logrado que la misma resurgiera con fuerza y celebrase con especial fervor y pasión las fiestas de la Virgen del Rosario, que culminaban el domingo siguiente al 7 de octubre con dos procesiones, una por la mañana y otra por la tarde. Octaviano, antes de morir, encarga la custodia de la Virgen a la Hermandad de San Juan Evangelista, que también presidía. Desde entonces, se instaura la norma de una sola presidencia para ambas hermandades. Durante los últimos años, la Cofradía ha visto como se realiza su retablo-capilla, obra del pintor Muñoz-Barberán y celebró su IV Centenario en 1981 con grandes actos cívico-religiosos.

En 1985 se bendice el nuevo retablo, aunque por otra parte la procesión vespertina de las fiestas de octubre se suspende. En la actualidad, Diego Luis Pacetti López ostenta, como presidente de la Hermandad de San Juan Evangelista, el cargo de Hermano Mayor de la Archicofradía de Nuestra Señora del Rosario, siendo Mariola Alegría López la actual camarera de la imagen mariana.

La Virgen del Rosario es objeto de devoción en numerosos municipios de nuestra Región, como Alhama de Murcia, Beniel, Santomera, La Unión, Torre Pacheco, Bullas o Puerto Lumbreras. En España, es patrona de La Coruña, Cádiz y la isla canaria de Fuerteventura y en Iberoamérica se le profesa una gran devoción, sobre todo en Argentina, que cuenta con una ciudad, Rosario, con su nombre.