Desde este lugar de información y plataforma de opinión difusora, se pretende, dar a conocer el Museo Etnológico de la Huerta de Murcia, ubicado en Avenida del Príncipe, s/n., de Alcantarilla, digna manifestación de las costumbres, tradiciones y artes populares, representando un homenaje a los sentimientos de nuestra tierra, con aspiraciones de abrir un hálito de interés a la cultura antropológica, relatando un resumen, de este Centro, del que tanto se ha escrito y otros muchos se inspiran, de una parte, en su labor creativa de estudio científico e investigación, y de otra, en servir de molde para la constitución e iniciación de otros semejantes y análogos.

Observando con atención, la transmutación que se viene produciendo en los últimos años por nuestra nueva y expectante «Sociedad”, diferenciando la dejadez y apatía que existía antiguamente en relación con lo significativamente autóctono y con respecto, a lo que hoy día en clave de pretensión, hemos denominado «La Modernidad Avanzada”; en realidad, esta circunstancia, más se refería al trabajo realizado a favor de la tecnología y cibernética, que al propio deseo, de conocerse a sí misma, a través de su etnia y raíces.

No obstante, esta sociedad avanzada en el consumo de computadoras y ordenadores, cual el progreso y calidad de vida, adquieren cotas de bienestar común, en sectores privilegiados, despierta con apasionamiento, – una vez recibidos datos del agotamiento de los cauces de intervención dedicados al presagio del futuro -, el interés más espectacular y sorprendente, deparado en los últimos años, por el deseo incontenible del conocimiento de nuestro pasado.

Es aquí, cuando entendemos que debemos exigir una «Modernidad” rigurosa y transparente hacia el respeto y diferencia que merecen nuestros ancestros, a través, de los más estrictos fundamentos del estudio de la genética y biología, puestos a nuestra disposición por la herencia Histórico – Antropológica legada.

Aceptando esta sugerencia por solidaridad, es evidente el compromiso de sometimiento interdisciplinar, al que estamos expuestos en defensa de esta causa digna y loable, motivo de la lógica aspiración de aquellos seres humanos, afortunados por el sentido de la sensibilidad, excepcionalmente únicos en la materia, que pueden opinar con sus aportaciones científicas y de investigación, en la concepción que permita ofrecer los descubrimientos sobre

las cualidades y virtudes extraídas del ayer antiguo, en virtud de conformar su proyección introductora, incorporándolas al mañana moderno de la razón.

Pues, por tanto, sirva «La Modernidad”, en presente, para transmitir, a tantos hombres y mujeres dedicados a esta ardua y compleja tarea de la investigación antropológica, etnológica y etnográfica, quienes nos inculcaron y abrieron el camino desde la ignorancia, hasta el mundo de la cultura del tiempo, nuestro más profundo reconocimiento y agradecimiento; en especial y representando a todos ellos, a ese gran maestro que se nos ha ido Julio Caro Baroja, hombre sabio y querido, por quienes amamos, lo que él amó.

REFLEXIONES PARA EL FUTURO

Desde hace tiempo, en colaboración con etnólogos, antropólogos y etnógrafos, hemos deseado aclarar, solo a modo de reflexión, la necesidad de comunicar y mentalizar a quienes en mayor o menor intensidad, influyen en la definición de las tareas de investigación de estas materias, con el deber que tienen de comenzar a diferenciar los distintos campos de trabajo, que se implican cuando nos referimos, al estudio y posterior presentación, escrita o física, del pasado, ya sea, antropológico, etnográfico o etnológico.
Para ello nada más sencillo, que acogerse a la etimología y semántica de sus propias palabras.
En cuanto a la antropología, como ciencia o profesión, es sencillo acometer su explicación, mediante la separación de las letras que componen la palabra. De «antropo” o «antropia”, elemento procedente del gr. Anthropos, hombre, desde, y a partir, de la caverna, y «logia” de exposiciones relativas a un pueblo. Por tanto diremos sencillamente que la antropología es el estudio y muestra de la parte de la historia natural que trata del hombre.

Con respecto a la etnografía y etnología, por los propios escritores del ramo, se estima una diferencia más compleja, cuando con frecuencia, tratando temas de etnología, insertan de suya, etnografía, o a viceversa; más en función de evitar una redundancia lingüística que al propio deseo, de aplicar la palabra correcta.

Así, la etnografía, de «ethnos” (pueblo) y «grafía” (escritura), nos indica con claridad, que su objetivo es la forma de escribir sobre un pueblo mediante el estudio de las actividades de un grupo o colectivo humano; limitándose a transmitir fundamentalmente la constitución de la antropología social y cultural; así como asimilar la función didáctica, proponiendo las teorías antropológicas resultantes, exclusivamente, de forma heterogénea y desde su inicio en el plano del tiempo y hasta nuestros días.

Sin embargo, la etnología, «ethnos” (pueblo), y «logia” (galería exterior techada y abierta, conteniendo esculturas, monumentos y exposiciones relativos a un pueblo, o muestras visuales de las artes, costumbres y tradiciones del mismo), se diferencia de la etnografía en que esta primera, la etnología, además del carácter de asumir cuanto aporta la etnografía, se dedica a precisar y catalogar el estudio circunscrito, durante un período de vida, imprimado por el conocimiento de los caracteres de cada etnia, homogenia y heterogenia, siempre que posean (previa información de la etnografía), una estructura familiar, económica y social que asuma la variación de los seres humanos, en el espacio y en el tiempo; cuya unidad se basa, en una comunidad de lengua, cultura y conciencia de grupo; subdividiéndose ilimitadamente al campo de la antropobiología (como ciencia diversa de investigar la paleontología, que intenta reconstruir el pasado del linaje humano, comparándole en su evolución, durante épocas concretas, a través de los elementos y actividades rescatados y recogidos por la arqueología y otros sistemas y métodos); además del aspecto de la antropología sobre las culturas, económica, política y social y su explicación que se adiciona en su primer apartado. Lo expuesto puede representar con objetos, utensilios, elementos diversos y variados, lo referente a la vida de un pueblo, expuestos en una Galería o Museo. La etnografía solo podrá escribir sobre ello.

Por este motivo, aquellos antecesores que crearon y dirigieron a comienzo de los años de 1.960 el Museo de la Huerta, denominándole como: «Etnológico”, cumplieron fielmente, sin lugar a dudas, por un buen asesoramiento, con el sentido etimológico y semántico a que se refiere su continente y su contenido. De esta forma, habría que proceder en el futuro, a ayudar, en justa medida, a definir y catalogar todos aquellos museos de España, que se encuentran a caballo, entre lo etnográfico y etnológico, separando sus intereses de acepción, puesto que correspondiendo a ciencias analíticas vinculadas y compatibles de su mismo hábitat, abrigan el derecho de ser defendidas con precisión, en campos diferenciados.

CREACIÓN MINISTERIAL

Es por ello, que el señero Museo Etnológico de la Huerta de Murcia, con muestrario en sus inmediaciones de culturas tardo – romana y árabe, que ha sido remozado convenientemente, junto al paraje del Cabecico, del Agua Salada, con yacimiento Ibérico próximo en trance de seguimiento y estudio que viene aportando ya, un cúmulo de objetos arqueológicos de la antigüedad, dignos de admirar; proporcionan el mayor deleite para la contemplación de cuantos le visitan. Pero sobre todo ello, hay que significar la preponderancia del Museo Huertano, que queda ubicado en una zona privilegiada de la huerta, imagen sustancial que provoca la cita inmediata de quienes pasan por su entorno. Este Museo de la Huerta de Murcia, de significado etnológico, se crea por Orden Ministerial de 25 de Abril de 1.967 (B.O.E. nº 135, de 7 de Junio de 1.967), siendo entonces Ministro de Educación y Ciencia D. Manuel Lora Tamayo, quien lo inaugura el día 11 de Marzo de 1968. Ubicado en un espléndido lugar de la huerta de Alcantarilla en Murcia. Recinto que debe su excelente idea, a un hombre murcianista y apasionado por las costumbres huertanas, que fuera Alcalde en aquellas fechas de Alcantarilla, D. Diego Riquelme Rodríguez, dedicado con esmero a la defensa de nuestra historia étnica. Adelantado en su tiempo, lleva a cabo con toda profesionalidad su creación, ayudado por la experta mano de otra figura puntera: su primer Director de instalación, D. Manuel Jorge Aragoneses. Dicho Museo Etnológico, fue declarado «Monumento Histórico Artístico Nacional” por Real Decreto 1757 / 1.982, de 18 de Junio, referido a la Rueda – Noria y Acueducto, por entender la Real Academia de Artes de San Fernando: «que la citada Rueda de la Huerta y Museo Etnológico de Alcantarilla (Murcia) reúnen méritos suficientes para merecer dicha declaración”, quedando desde este fecha bajo la tutela de la Dirección General de Bellas Artes.